domingo, 21 de noviembre de 2010

Te quitaste la venda.

Te quitabas la venda negra, y pudiste contemplar el mundo con tus ojos.
Eras capaz, ahora de “mirar” la gran correspondencia entre la mente divina y la naturaleza, desechando tu principio de razón.
Descendiste de un cielo profundo, descendiste de un cielo que se asemeja más a un abismo, te acercaste con parsomonia hacia un montículo de tierra yerma, te arrodillaste y besaste aquella tierra nefanda,(sé bien porque lo hiciste) proferiste unas palabras que aún no logro entender: “Lo conseguí todo cuando aprendí a decir que no. La rebeldía de la cual soy partícipe no es más que la máxima aspiración a la que puede llegar el hombre. Al rebelarme y pensar por mí mismo conseguí aquello que el hombre solo puede imaginar, me refiero a la libertad."

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