lunes, 1 de diciembre de 2008

Una madrugada, una pasión, una locura.


Madrugada.


Casi dormí en lo profundo de tu madrugada
cuando mi brazo debatía tu atrevido recato
en los oscuros parajes de mi corazón
como sumergirse a correr en la emoción
en la plenitud, en el latido de tus besos
en la ingravidez de nuestra noche
y volar sobre ese vacío que contemplan tus ojos
colorearme en tu aliento de mágico locura.

Y es que tú no sabes de esos pétalos
que alumbran hasta lo ínfimo de tu tristeza
y no es tan trágico este amor de madrugada
es este sueño, es esta luna que ayer extraña
y tu no sabes de el encanto de tus cenizas
ni de las guirnaldas que coronan tu frió abismo
ni de esa esencia que enciende y quema mi vida.


PÓSTUMO.

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